jueves, 3 de marzo de 2011

Amante Verdadero

Amante Verdadero.
By: Tommy Hiragizawa
Aclaraciones: Los personajes de "La Hermandad de la Daga Negra" no son míos. Son de la maravillosa escritora J. R. Ward.
Parejas: Vishious/Butch, Rehvenge/Phury.
Advertencias: Slash, Violencia.
N/a: Amo esta serie de libros. Me encantan todos y cada uno y adoro las parejas establecidas. Aún así, cuando leí el cuarto y dice "Ocurrió lo que tenía que ocurrir", yo me quedé con las ganas de que Butch y Vishious si terminaran juntos. Soy una amante del Slash. Así pues, aquí tienen este fic. Siento no haber podido resistirme a hacer otra pareja.
Sin más que decirles, les deseo una buena lectura.
 Atte: Tommy.
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 Capítulo uno: Ocurrió lo que tenía que ocurrir.
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"Pero primero da unas cuantas vueltas" escribió John Matthew en su cuaderno para que él lo leyera.
 Tras darle aquella dirección, el pequeño pretrans se escurrió en su asiento y clavó la vista en un punto indefinido del paisaje tras la ventanilla. Butch sintió como le ardía la lengua por la necesidad de preguntarle por qué, de todos los lugares de la ciudad, deseaba que lo llevara a la calle Siete. Ese lugar no era uno donde alguien pudiera encontrar la paz después de un día difícil. Pero pensándolo bien, él no era el más apto para dar consejos sobre estabilidad emocional.
La calle siete estaba en los barrios bajos de Caldwell. Como ex policía de la ciudad había conocido lo peor de ella como la palma de su mano, y esa parte de la ciudad era horrible. No apta para mentes blandas. Los edificios se caían en pedazos, las farolas había años que no iluminaban el camino. Las fachadas estaban desconchadas por el paso de los años y las calles no habían conocido asfalto nuevo en eones. Toda la calle pedía a voz de grito ser derruida.
Soltó un largo suspiro, logrando así tragarse las preguntas que se le juntaban en la punta de la lengua. Le había prometido al chico no hacer preguntas. Ni sobre qué los había llevado esa noche a la consulta de Havers ni sobre por qué quería ir a la calle Siete. Tal vez no hubiera llevado nunca una vida muy decente, pero, desde luego, era un hombre que cumplía su palabra. Además, el pobre chico tenía la apariencia de alguien que ya había tenido suficientes preguntas por un día. Y seguramente también para algunos cuantos más.
Una promesa es una promesa.
 -          No hay problema. Así nos tranquilizamos un poco -
Con discreción, palpó la culata de la pistola que siempre llevaba consigo, oculta bajo la tela de la chaqueta de su traje. La solidez de la aleación con la que estaba hecha, ligera pero con un peso reconfortante, le hizo sentirse poderoso. Puede que el chico fuese un vampiro, pero hasta que llegara su transición, él era mucho más fuerte que el muchacho, y sobre todo, mucho mejor capacitado para defenderlo. Si se iban a internar en lo que eran los bajos fondos de la ciudad, lo mejor para los dos era que estuviera preparado para cualquier cosa. Mejor prevenir que lamentar.
Dio un último vistazo a la mansión de Havers, donde también vivían Marissa. "Marissa" repitió el nombre de la vampiresa en su mente. Ella era hermosa como un amanecer, y cálida como uno. Pura como un capullo sin abrir. La mujer que toda su vida soñó conocer, la que llenaría todos los vacíos de su vida miserable. Y por un momento, cuando la conoció en la mansión de Darius la noche en que Beth pasó su transición, pensó que así sería, que la amaría por sobre todas las cosas. Y en ese momento, tan cerca y a la vez tan lejos de ella, estaba nervioso, sí. Confuso y molesto. Ella había actuado como si estuviera interesada por él y después le dio la espalda. Le dolía algo cuando pensaba en ello, pero no sabía si eran los sentimientos que había cosechado hacia ella o su orgullo de macho herido.
Encendió el coche, disfrutando con los ojos cerrados en una muestra de deleite el sonido ronroneante del motor al arrancar. Desde que había entrado al círculo de la Hermandad, Butch había descubierto un lado suyo que no conocía a causa de su educación irlandesa. De haber sido de otra forma, sus hermanos y su padre no solo lo hubieran despreciado como lo habían hecho por las razones que tuvieran - Dios sabía que él nunca lo entendió - sino que también lo hubieran hecho por lo que ellos hubieran llamado ser "marica". Él prefería decir que había sacado a relucir su lado metrosexual. Le estancaba la elegancia y la brutalidad en la que vivían el día a día sus compañeros vampiros. Era una combinación verdaderamente seductora. Vestía diariamente con ropa de diseñador, y solo conducía coches de más de siete ceros. Cosas que en otro tiempo ni en sueños hubiera podido tocar.
Ajustó la palanca de cambios y dio marcha atrás con la vista fija en el espejo retrovisor. Gracias a eso fue que se dio cuenta de que un coche se acercaba hacia la puerta lateral de la mansión. Era un enorme y costoso Bentley. De un rojo intenso como la sangre. Por un segundo se quedó maravillado con el coche, después, se hizo a un lado para dejarlo pasar. Pero el coche se detuvo antes de llegar hasta donde él estaba.
Y Butch, por un momento, dejó de respirar.
De la puerta lateral de la mansión salió una figura femenina. Era Marissa. Su largo cabello rubio como los rayos del sol voló con la brisa que soplaba esa noche. Estaba tan hermosa como siempre. Quizá con el cabello un poco más largo, pero su piel seguía siendo tan blanca como la nieve, sus labios tan perfectos como los pétalos de la rosa y su figura tan magnífica como la de una diosa griega. Casi pudo sentir su fresco aroma a océano llenar todos sus sentidos.
La vio esconder su cabello bajo la capa negra que llevaba puesta y mirar hacia todas direcciones antes de bajar los dos escalones que había entre la puerta y el del jardín. Su actitud era de lo más sospechosa, y él esperó que no estuviera metida en ningún tipo de problema. Si era así, él no dudaría un segundo en prestarle su brazo para defenderla y su hombro para llorar. Lo más extraño del caso y no se dio cuenta hasta ese momento, era que no sentía la más mínima necesidad de salir y preguntarle. No quería entrometerse en su vida privada como un novio celoso. Únicamente deseaba lo mejor para ella. Tal vez fue por ello que no pudo sentir malestar al ver que ella iba hacia el lujoso coche que se había detenido pocos metros detrás de ellos.
Butch observó como la puerta se abría en una clara muestra de cortesía, y cuando la luz del interior se encendió, pudo alcanzar a ver, a pesar de las distancias, que quien conducía era un varón. Seguramente un macho de la raza. Marissa se deslizó dentro del coche, mientras él veía todo desde lejos, y se preguntaba cómo era posible que los sentimientos que había albergado hacía apenas unos meses se hubieran esfumado o diluido hasta convertirse en esa cantidad de sentimientos fraternales.
Aún seguía creyendo que ella era la mujer más perfecta del universo. Y así mismo sabía que no era para él.
La luz del interior se apagó.
Un carraspeo proveniente del asiento continuo lo sacó de la contemplación del vehículo donde ella había entrado, y al volver al mirada se topó con la mirada curiosa y confundida de John Matthew. Lo vio garabatear rápidamente en su cuaderno, para después mostrarle el mensaje. "¿Por qué seguimos aquí?" leyó sobre el papel. El chico se veía cansado y fastidiado. Poniéndose en su lugar, estaba seguro que él se hubiera sentido igual si a su acompañante, chofer o como quiera que pudieran calificarlo en ese momento, se hubiera perdido en la contemplación de la eternidad.
Totalmente desconcertado por los descubrimientos hechos esa noche, quitó el pie del freno y pisó el acelerador.
 -          No pasa nada, hijo. Vamos a la calle Siete -
 Antes de marcharse, Butch O´Neal deseó lo mejor a Marissa. Y esperó desde el fondo de su corazón que el macho con el que estuviera supiera valorarla como ella merecía.
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Cuando Phury se sentó en aquella cama dentro del Hueco, estaba agobiado por la necesidad de tener sexo provocada por el periodo de fertilidad de la hembra en la habitación de su hermano que las manos le temblaban por la necesidad de hacerse una paja. ¡Se moría por descargarse de una vez por todas! Con el vaso igual de tembloroso en su mano, intentó servirse otro trago de Vodka. Alcoholizarse siempre servía para controlar la ansiedad. Dándose cuenta de que era infructuoso seguir intentando derramar el contenido de la botella en el vaso, lo lanzó contra una de las paredes en un arranque de furia derivado de su frustración y acercó la boca de la botella a sus labios.
Dio un largo trago y suspiró.
Miró a Vishious, que estaba recostado contra el cabecero de la cama. La misma cama en la que él estaba sentado, apenas separado del cuerpo del vampiro de ojos de color diamantino. Se relamió los labios. Siempre había pensado que el hermano tenía un cierto aire de misterio y de poderío que no tenía ninguno de los otros. Ni siquiera el rey ciego. Según había oído, V era fuego, aunque estuviera terriblemente congelado por dentro en muchos sentidos. Era increíblemente atractivo, y si hubiera hecho caso a las acusaciones del Reverendo, habría pensado que su atracción hacia él era algo más que fraternal. Sacudió la cabeza mientras repetía en su mente "No me gustan los hombres". Y aún con los estragos que dejaba la necesidad de Bella en ellos, V tenía un aspecto horroroso, así que no tenía muchas esperanzas con respecto al suyo.
Ya habían pasado varias horas, tal vez unas cinco, desde que empezó el periodo de fertilidad de Bella y ambos estaban hechos un guiñapo. Envidiaba a Wrath y a Rhage, pues ellos no tenían problema alguno en satisfacer los deseos de apareo que despertaban las feromonas liberadas en la necesidad. La única mujer que en algún momento le había atraído estaba siendo montada por su hermano, y su hermano estaba enamorándose de ella.
El celo de Bella los mantenía paralizados dentro de la mansión, en espera de que desechara al macho que en ese momento ocupaba y lo reemplazara por uno de ellos. Tenían el cuerpo dominado por sus más bajos instintos animales y la mente totalmente nublada. Gracias a la Virgen Escribana, contaban con una abastecida reserva de humo rojo, cortesía suya, y otra de Grey Goose, siempre presente en los aposentos de Vishious y su compañero de casa humano.
Drogarse y alcoholizarse, como ya había dicho, podía ayudar mucho. Por lo menos les ayudaba a perder capacidad motriz.
-          ¿Cómo vas? - preguntó V, que dio una larga calada al porro que sostenía entre los dedos.
-          Más o menos como tú, hermano -
Coordinados, ambos dieron un nuevo trago al Vodka, mientras dejaban que sus cuerpos se ahogaran en las sensaciones eróticas que tenían atrapadas bajo la piel. No sabía cuantas veces habían ido cada uno hacia el baño para poder descargar su necesidad. Tampoco tenía idea de si mientras él lo hacía en el baño, V aprovechaba para hacerlo en la cama, cosa que no dudaba que el hermano pudiera hacer. Aquello era primitivo y primario en los instintos de los vampiros. El más antiguo principio de conservación de la especie. Sabiendo que la excitación estaba alcanzando nuevamente su punto álgido, miró la puerta del baño, preguntando en un gesto mudo a su compañero si prefería que se fuera él o quería que esperara a que acabara. Al no recibir respuesta de su parte, se dispuso a levantarse a buscar nuevamente un poco de precaria privacidad, pero las palabras ve V lo detuvieron.
 -          Creo que tengo un problema -
Phury soltó una carcajada. Como si él no tuviera el mismo problema.
-          Verás como esto pasa pronto -
-          No me refiero al celo. Tengo un problema -
Repentinamente sobrio y con la mente clara, Phury arrugó el ceño mientras se acomodaba junto al hermano, con la espalda apoyada en el respaldo de la cama. Prestando por primera vez verdadera atención a lo que expresaba su amigo con simples gestos. La cara perfilada del hermano estaba tensa, y en ese momento, ya no le parecía que la causa fuera el celo de la mujer de su hermano. Aparte de eso, parecía igual que siempre. Sus rasgos seguían siendo atractivos, su barbilla tenía el mismo trazo cuadrado, su barba estaba bien cuidada y los intrincados tatuajes alrededor de su sien derecha seguían marcándolo como un demonio para quien supiera leer la lengua antigua. Sus ojos diamantinos resplandecían con inteligencia, sin que el vodka, los porros o el periodo de necesidad le restaran intensidad.
-          ¿Entonces? -
-          Yo… - Vishious se aclaró la garganta con un carraspeo - No puedes decírselo a nadie -
-          Deberías de saber que cuando dices algo así, la persona que lo escucha siente más ganas de contarlo - ante su intento de relajar la tensión, el vampiro soltó un bajo gruñido que le dijo a Phury que no había cabida a juegos - Te lo prometo, hermano -
Phury se preguntó que mal podría aquejar tanto a su hermano como para ponerlo en ese estado. V cerró los ojos, y dio un hondo trago al licor que sostenía en la mano. Un suspiro abandonó sus labios antes de que comenzara a acariciar con dos dedos su cuidada barba de chivo.
-          Ya no tengo visiones -
De su boca únicamente salió un jadeo.
-          ¿Cómo? - exclamó cuando pasó el impacto inicial.
-          Ya no veo lo que va a pasar, y tampoco escucho los pensamientos de los demás. Lo peor es que ese no es mi mayor problema -
El suspiro que abandonó los labios del genio de la hermandad resonó contra los techos de piedra del Hueco, largo y estridente, y de repente, Phury se dio cuenta de que el hermano no estaba tan estresado por el celo, sino que desde el primer momento, lo único que lo había aquejado era esa cuestión, aunque, seguramente y como había dicho él, ese no era su mayor problema. Lo que mantenía al hermano más tenso que la cuerda de un violín era el miedo. V estaba asustado. Y para ser sincero, Phury encontró aquello más inquietante que el hecho de que su compañero hubiera perdido la capacidad de predecir el futuro. Desde siempre, y de entre todos los hermanos, V era el único de ellos que jamás tenía miedo. Quien nunca perdía los nervios.
Era como si no conociera el temor, o el dolor. O más bien, como si le hubieran amaestrado para no sentirlo. Y seguramente, eso era debido a que en su época de Pretrans había sufrido lo que seguramente solo su hermano Z podría comprender.
-          ¿Crees que Havers podría hacer algo por ti? - su pregunta fue respondida con un resoplido.
-          No, Phury. Esto no es un asunto Fisiológico - alzó la mano enguantada hasta dejarla frente a sus ojos - además, creo que mientras esta cosa siga brillando las cosas siguen bien. Tan bien como me puede ir a mí. Por eso te digo que ese no es el mayor de mis problemas -
-          No creo que nada pueda ser peor que descubrir que tu proveedor de droga es un medio Symphath. Proveedor que además parece saber que eres miembro de la hermandad y te acusa de no hacer nada. Y que además insinúa que eres homosexual mientras lo tienes acorralado contra la pared -
-          Si tu me acorralaras a mi pensaría lo mismo - se burló de buena gana.
-          Cállate -
Otro suspiro.
Volvió a concentrarse en las expresiones que formaba el rostro de su amigo. El entrecejo de Vishious se había fruncido en lugar de relajarse y parecía estar dándole vueltas a un tema en concreto. Quizá las declaraciones sobre el reverendo. Quizá alguna nueva confesión. Fuera lo que fuera, estaba para él.
 Eran amigos. Compañeros. Hermanos.
-          ¿Tienes algún problema con ello? - murmuró cuando se decidió a hablar.
-          Es medio Symphath, claro que tengo un problema con ello - alegó. Pero V negó con la cabeza, y en ese momento fue cuando se dio cuenta de a qué se refería - No. Sólo digo que… -
-          Creo que estoy enamorado -
¡Por la Virgen del Ocaso! ¿Quién lo mandaba a meterse en esos temas? Maldito fuera él y su maldito complejo de jodido superhéroe. ¿Qué no podía solo por una vez, dejar que cada quién resolviera sus problemas sin meter las narices? Claro que no. Por algo era el jodido hermano célibe. Porque tenía que ser un santo.
-          Hermano… Dime que no es de mí -
La carcajada que lanzó V al aire le dejó más tranquilo, y al mismo tiempo lo enfadó. ¿Qué tenía de gracioso? Él era guapo, las mujeres siempre se le estaban insinuando. Tenía un cabello bien cuidado, un cuerpo entrenado para la batalla y los ojos de un color inusual. Aunque le alegraba no ser el foco de la atención de V, tampoco era como si fuera descabellado que alguien se enamorara de él.
-          ¡Por favor! Discúlpame hermano, pero no eres mi tipo - V negó con la cabeza - Es de Butch -
-          Oh… -
Otra vez. ¿Por qué se metía en donde no lo llamaban? Ahí estaba, junto a uno de sus mejores amigos, sin saber qué decirle porque era célibe porque pasó toda su vida buscando el paradero de su hermano gemelo. Y la única mujer de la que había creído estar enamorado lo había rechazado y ahora estaba satisfaciendo sus necesidades con el cuerpo y la sangre de ese hermano gemelo. Ni siquiera tenía idea de con quién pudiera hablar para que resolviera sus dudas. ¿A quién podía recurrir en busca de respuestas, él, que parecía saberlo todo?
-          ¡Mierda, V! No sé que decirte -
-          ¿Sabes? Olvida todo - el hermano agarró tan fuerte el cuello de la botella ahora vacía que Phury creyó que la rompería - En realidad no quiero hablar sobre esto. Olvida todo lo que te he contado -
Observó al hermano caminar hasta el armario al lado del televisor donde guardaba las botellas. Vishious dudó un momento entre Goose y Lag, pero esta vez, prefirió el Whisky al Vodka. Mientras lo hacía, su cara adquirió una expresión hermética, como si estuviera cerrando el bunquer y preparándose para el bombardeo aéreo.
-          Desee besarlo -
En realidad, Phury no tenía idea de por qué lo dijo, pero sus palabras dichas por puro impulso atrajeron nuevamente la atención de Vishious. El vampiro de ojos diamantinos lo veía con expresión confusa y esperaba paciente a que siguiera hablando.  Sintiéndose sin escapatoria y encerrado en su propia trampa, se notó repentinamente abochornado y tuvo que desviar su mirada de su amigo hacia la puerta de la habitación.
Nunca se había dado cuenta de lo bonitos que eran los arabescos tallados.
-          Cuando acorralé al Reverendo, desee besarlo -
-          Ah -
Un tenso silencio se instaló entre ambos vampiros. Minutos en los cuales tanto Phury como su acompañante se detuvieron a observar la velocidad con la que caminaban las manecillas del reloj. Aún faltaban muchas horas para que el celo acabara y no podrían salir de la mansión hasta que eso sucediera.
El tic-toc de las manecillas se volvió estruendoso.
En esos momentos, Phury se dio cuenta de la veracidad de sus palabras. No lo había notado hasta que lo dijo, o más bien, no había querido notarlo. No había querido aceptar que había encontrado excitante el estar tan cerca de otro macho como para que cada centímetro de su cuerpo sintiera la irradiación del calor ajeno, sentir el saber de la sangre en su boca. El deseo apremiante de deslizar la lengua entre esos labios para hundirse hasta su garganta y acariciar los largos y afilados colmillos. ¡Joder! Ahora si necesitaba ir al baño para encontrar privacidad.
Cerró los ojos dejando salir y siseo. Aún sentía el deseo de atraerlo más cerca, hasta el punto de que no se distinguiera quién era quién y que sus cuerpos estallaran en un salvaje fuego que los consumiera por completo. Si no fuera eso lo suficientemente humillante, sabía que de haber sucedido, él no sería el dominante. Tenía la certeza de que el Reverendo solo podía ser un dominante. Y la idea no era tan desagradable como debería de ser.
Virgen Santa, moría por comprobarlo.
-          Es un Symphath - habló V después de un tiempo.
-          Butch es un humano -
-          Creo que estamos bien jodidos -
Se quedaron en silencio un rato, con las botellas de licor en las manos y las vacías por el suelo. La melancolía les inundaba la mirada y la música de rap sonaba al fondo.
-          Quisiera saber qué nos depara el futuro - susurró.
Al escucharlo, Vishious dejó escapar una maldición.
-          Y yo. Pero no lo sé. Sencillamente porque ya no… Ya no puedo verlo -
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Se despidió del muchacho desde el coche y después de verlo entrar a casa de Thor, se alejó con el coche para ir de regreso a casa No sabía por qué, pero desde hacía tiempo sentía la necesidad de estar cerca del Hueco. Pisó el acelerador cuando llegó a las carreteras menos transitadas y solo redujo la velocidad al ver las grandes puertas de metal que daban paso a la Tumba.
Se quedó viendo la magnífica construcción de la mansión que alguna vez perteneció al padre de Beth. Hacía tan solo unos meses que su vida era monótona, sin sentido. Carecía de una razón para levantarse a diario. Ahora, después de todo el alboroto que se armó cuando su amiga pasó la transición, sabía que lo único que lo motivaba era saber que en algún momento podía ser de utilidad para la hermandad. Porque entre ellos se sentía bien. Como si en verdad hubiera nacido en la raza equivocada y al fin hubiera llegado a donde pertenecía.
Dentro del Hueco aún se sentía el efecto de la necesidad de Bella. Y él comenzó a notar como su miembro se inflamaba y el ansia de sexo le nublaba la mente. Aún así, contuvo las ganas de arrancarse la ropa ahí donde estaba y caminó hacia la habitación de V.
Se quedó petrificado cuando abrió la puerta.
En la cama estaban Vishious y Phury. A su alrededor había cuatro botellas de licor vacías y sobre las mesas de noche que enmarcaban la cama hacía otras varias. El cenicero rebosaba de todos los porros que habían estado fumando y ellos parecían haber caído desmayados después de un largo sufrimiento. No, ahora que lo veía, ambos estaban despiertos.
-          Hola, Policía - logró decir V en un graznido.
Y él no logró contestarle. Porque sin importar el estado general de la habitación, o el grado de embriagues de sus amigos, ellos estaban desnudos. Juntos en la cama. Demasiado cerca para su gusto. Un impulso desgarrador lo invadió, aunque logró contenerse. No sabía como. Deseó terminar con la distancia que había entre él y los dos vampiros y separarlos. Poner su propio cuerpo entre Phury y Vishious y gruñir. Proteger…
¿Proteger qué?
Lanzó un gruñido al aire que atronó en las paredes, convirtiéndose en un eco.
Tal vez no se hubiera refrenado muy bien.
No se dio cuenta hasta ese momento de que había sacado el arma, le había quitado el seguro y estaba farfullando con los dientes apretados. ¡Dios! Eran sus amigos. Lo sabía. Pero no lo sentía. Sentía que él era el enemigo, que debía alejarlo de lo que era suyo. ¿Quién demonios era el enemigo y quién el suyo? Phury se removió en su semiinconsciencia acercándose más al vampiro de ojos diamantinos, y entonces lo comprendió.
-          ¡Aléjate de él de una puñetera vez! - gritó.
Ambos vampiros parecían estupidizados, pero aún así se volvieron a verlo, sin comprender.
Con un gruñido bajo, cruzó la habitación a zancadas hasta llegar a la cama y en un rápido movimiento que ni él pudo prever, lanzó de un tirón a Phury al suelo. Después, se agazapó al lado de Vishious y le enseñó los dientes al vampiro que supuestamente era célibe. Cómo volviera a verlo tan cerca de V lo volvería célibe por obligación y necesidad. Le cortaría las pelotas muy despacio.
-          ¿Policía? - murmuró Phury con los ojos muy abiertos.
-          Mío -
Tanto Phury como Vishious jadearon al escucharlo decir aquello y por el movimiento de la cama, supo que V se estaba revolviendo sobre ella. Quiso sonreír pero su enfado ciego se lo impidió. Revolverse no era un acto de el hermano cometería estando sobrio. Su atención volvió hacia los movimientos de Phury, que seguía mirándolo como si le hubiera salido una tercera cabeza.
-          Largo - dijo. Más bien gruñó. No recordaba cómo era hablar sin hacerlo.
-          Hazlo, Phury - escuchó la voz de V a su espalda.
Había hablado tan cerca de él que la cálida respiración del vampiro chocó contra su nuca. Tal acto hizo que un largo temblor recorriera su columna.
Cambió de posición, dejando de lado la presencia del otro vampiro en el lugar. Cara a cara con el vampiro que él consideraba suyo. Vishious tenía un extraño brillo en la mirada, probablemente debido al celo de Bella. La cercanía de sus cuerpos le hizo notar lo erecto que estaba, y su propia erección aumentó de sólo pensarlo. Recordó el tiempo en que frecuentaba a aquella mujer que se dedicaba a hacerle mamadas… ya no era él quién estaba en la fantasía, sino V. Y ella tampoco estaba, sino él, tomando por completo la erección del vampiro en su boca, lamiendo la totalidad de su extensión. Oyéndolo gemir.
Gruñó otra vez, pero ahora por la excitación.
Todo era demasiado extraño.
-          No deberías estar aquí, Butch - la voz del hermano salía grave y rasposa, como si tuviera la garganta seca y totalmente cerrada. Era sensual, maldito fuera. Jodidamente caliente.
-          Lo sé. Pero… Necesitaba regresar -
Bajó la cabeza, hasta que esta quedó justo en la hendidura entre el cuello de V y su hombro. Aspiró. Olía maravillosamente. Su pura esencia de Vampiro macho. Mucho mejor que el refrescante aroma a océano de Marissa. Él olía a poder, a dominio. A puro y desenfrenado sexo salvaje.
No podía negar que había estado pensando en ello desde que Phury le insinuó que el hermano podría tener gusto por los hombres.
Le dolieron las encías.
En su distracción, no pudo oponer resistencia al intento del vampiro por dejarlo bajo su peso. Tampoco era como si de haber estado más atento lo hubiera intentado. Quería que aquello pasara. Tenerlo sobre él… ¡Santo Cielo! Quería sexo.
Con él.
Con Vishious.
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No tenía idea de por qué Butch actuaba de esa manera. De haber sido un vampiro hubiera podido jurar que intentaba proteger a su pareja. Normalmente el instinto de macho enamorado funcionaba de la misma manera, ya fuera hombre o mujer el motivo de tal enamoramiento. Pero el Policía no era un vampiro. Era un humano. Y como tal, no era normal que gruñera de aquella manera a Phury, ni que le mostrara los dientes. Mucho menos que oliera de aquella manera. Parecía como si fuera el aroma de la vinculación.
Olía a oscuras especias.
Tal vez fuera su propio cuerpo despidiendo el aroma.
En ese momento lo tenía tendido bajo su peso, y sus ojos no abandonaban los ajenos. Él ni siquiera intentaba evadir su mirada. Era una conexión. Y así como sabía que en sus ojos se reflejaba el deseo que sentía de arrancarle la ropa al humano, sabía que lo que había dentro de los ojos de él era exactamente la misma necesidad. El mismo deseo apremiante de rozarse por completo.
En un acto involuntario - tal vez todo lo contrario - bajó las caderas para rozar ambas erecciones. Como resultado obtuvo un gruñido bajo y ronco de la garganta de Butch que hizo que toda su renuncia y sus dudas salieran volando por entre las rendijas de la ventana.
Más rápido de lo que nunca se había movido, sus labios estaban sobre los de Butch. Con la misma rapidez, esos labios se abrieron y comenzaron a moverse junto con los suyos a un ritmo desenfrenado. Luchando. Ganando territorio y perdiéndolo al segundo siguiente. Ambas lenguas salieron al encuentro de la otra en el espacio que quedó entre sus bocas, se acariciaron y danzaron entrelazadas. Los labios se unieron otra vez, las lenguas siguieron con lo suyo. Pronto los dientes comenzaron a chocar.
No se besaban. Se comían el uno al otro.
Acariciaban en un momento, al siguiente mordían. No había límites para su pasión.
Vishious succionó la lengua de Butch. Butch enterró los uñas en la espalda desnuda del vampiro. Las piernas del ex policía se abrieron para acomodar entre ellas el cuerpo de V y los cuerpos de ambos encajaron completamente, frotándose con intensidad mientras intentaban que las ropas dejaran de estorbar.
Incluso la piel les impedía lograr lo que querían.
Ser uno.
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Phury los vio besarse. No, eso era mucho más que un beso. Era un huracán. La pasión magnificada en un acto físico en el que ambos machos parecían querer devorarse.
Abrió la puerta sin que ellos lo notaran siquiera. Antes de salir dio un último vistazo. La ropa del Policía había sido desgarrada y ahora únicamente era cubierto por el cuerpo igualmente desnudo del hermano. Era verdaderamente bello verlos ahí, intentando fundirse. Nunca había visto aquello de esa manera. En verdad es que nunca lo había visto de ninguna manera. El sexo siempre le había parecido un bajo instinto que llevaba a los animales a satisfacer sus necesidades biológicas. En ese momento, no le parecía así. Lo que Butch y Vishious estaban haciendo era mucho más.
Era brutal y despiadado, al mismo tiempo que armonioso y maravillosamente bello.
La vida misma siguiendo su curso. El destino uniendo a dos seres predestinados a encontrarse.
Cuando cerró la puerta tras de si se apoyó en ella y cerró los ojos. Ellos no eran los únicos que habían encontrado su destino. Z había encontrado a Bella, y él verdaderamente esperaba que ella lograra sacar a su hermano gemelo del hoyo en el que él se había hundido sin ninguna intensión de salir. En las habitaciones principales, el rey y su reina estarían con los miembros entrelazadas, demostrando cuanto necesitaban el uno del otro para seguir viviendo. Rhage adoraría el cuerpo de su mujer mientras daba gracias a la Virgen Escribana por salvarla.
Él era el único que aún no había alcanzado la salvación. Tal vez era que no se la merecía.
"Hola colega" rió el hechicero dentro de su cabeza "¿Acaso te olvidas que para deprimirte estoy yo?"
Bajo sus párpados cerrados recreó la escena que acababa de presenciar, pero en su lugar, apareció una imagen desconcertante. No era fielmente el recuerdo de lo que había visto dentro de la habitación, sino uno editado para su propia fantasía. Nunca había visto el cuerpo desnudo del Reverendo como para que supiera con exactitud si era como lo estaba viendo. Pero seguramente sería tan hermoso como el de V.
Tal vez él se vería igual de bien bajo el traficante como Butch bajo el hermano de ojos diamantinos.
Continuará…
Hola a todos.
Aquí estoy, escribiendo esto, que no sé en realidad cómo acabará ni qué tan largo será. Las parejas irán saliendo según mi alocada mente las forme, pero las principales, como ya dije antes serán V y Butch, además de Rehv y Phury. Lo siento, pero amo la parte donde Phury acorrala al Reverendo contra la pared.
Un beso para todos y gracias por leer mis locuras.